Agentes inteligentes: cómo empezar sin perder el rumbo

Publicado el 2 de septiembre de 2025, 15:37

Cómo hacer que los bots realmente generen valor en el negocio

Así comenzaría cualquier charla de pasillo entre colegas. Y justo eso quiero que sea este artículo: una plática sencilla sobre un tema que, aunque cada vez suena más técnico, en el fondo nos toca a todas y todos los que trabajamos con procesos, personas y decisiones en las organizaciones.

Hoy vamos a hablar de los agentes inteligentes. No son una novedad, pero últimamente están en boca de todos. ¿Qué los hace diferentes de un RPA tradicional o un flujo BPM? ¿Y por qué vale la pena verlos no como bots aislados, sino como parte de una capacidad organizacional más amplia?


Vamos por partes: ¿qué sí son y qué no son?

Un agente inteligente es, en términos muy simples, un sistema que ejecuta tareas repetitivas que normalmente haría una persona.

Funciona bien cuando:

  • Hay reglas claras y poco margen para la ambigüedad.

  • El riesgo de error es bajo.

  • El resultado puede verificarse sin problema.

Entonces, ¿qué los distingue de un RPA clásico? La capacidad de adaptarse.

Mientras que el RPA sigue un script al pie de la letra (si pasa A, haz B), el agente inteligente tiene un poco más de "criterio": puede aprender de patrones, tomar decisiones dentro de ciertos límites y adaptarse si algo cambia.

Un ejemplo fácil:

Si el RPA es como un repartidor que solo sigue el GPS, el agente es como un chofer que detecta que hay tráfico y se desvía sin que nadie se lo diga.


¿Y para qué sirve esto en el negocio?

Aquí es donde se pone interesante.

Los agentes inteligentes no están diseñados para tareas complejas o críticas, pero sí son muy útiles en procesos de operación diaria que:

  • Se repiten constantemente.

  • No requieren mucho juicio.

  • Pueden volverse tediosos para las personas.

Ejemplos típicos:

  • Conciliación de pagos.

  • Revisión de inventarios.

  • Cálculos aritméticos básicos.

No son tareas glamorosas, pero sí esenciales. Y ahí es donde los agentes brillan.

El problema viene cuando se quiere meter un agente donde no toca: como en atención a clientes, gestión de conflictos o toma de decisiones con muchas variables. Ahí ya no funciona tan bien, y puede incluso generar errores peligrosos o respuestas sin sentido (lo que muchos llaman “alucinaciones” de IA).


Ojo: automatizar sin contexto es mala idea

Un error común en muchas organizaciones es pensar que automatizar es simplemente "meter un bot" y ya. Pero si no hay un diseño detrás, terminamos con un "zoológico de bots": automatizaciones sueltas, sin integración, sin responsables claros y sin conexión con la estrategia.

Ahí es donde entra la arquitectura de negocio. No como una presentación en PowerPoint, sino como una práctica que asegura que:

  • Cada automatización tenga un responsable.

  • Los procesos estén bien mapeados.

  • Haya reglas claras de supervisión y control.

  • El trabajo del agente se integre con el resto del flujo organizacional.

Porque automatizar sin arquitectura es como construir una casa sin plano: puede que se vea bonita, pero tarde o temprano se cae.


Personas primero: la pieza que siempre se olvida

Muchas veces, la conversación sobre automatización se queda en lo técnico. Pero el verdadero diferenciador está en el factor humano.

Antes de automatizar algo, hay que hacerse preguntas incómodas:

  • ¿Quién valida los resultados del agente?

  • ¿Quién hace ajustes si cambian las condiciones?

  • ¿Quién responde si algo falla?

La tecnología por sí sola no basta. Se necesita liderazgo y equipos preparados para:

  • Supervisar.

  • Interpretar.

  • Corregir.

  • Mejorar continuamente.

Hoy, más que operadores, necesitamos "pilotos de sistemas": personas que entiendan lo que hace el agente y sepan intervenir cuando algo se sale del camino.


¿Van a reemplazar a las personas? No, pero sí cambian los roles

Una pregunta que se repite: “¿Esto va a quitar empleos?”

La respuesta directa: no.
La más honesta: cambia el tipo de trabajo que se hace.

Los agentes liberan tiempo, sí. Pero ese tiempo hay que usarlo con intención:

  • Para analizar mejor.

  • Para detectar oportunidades.

  • Para enfocarse en tareas que sí requieren criterio, empatía o creatividad.

Pensar que “todo ya está automatizado” y que uno puede desentenderse… es la receta perfecta para el desastre.


Casos reales: lo que sí y lo que no

En PPOL Research hemos trabajado con varias organizaciones que ya usan agentes. Y de ahí, algunos aprendizajes concretos:

Lo que ha funcionado muy bien:

  • Conciliaciones bancarias.

  • Verificación de inventarios.

  • Validaciones matemáticas simples en grandes volúmenes de datos.

Lo que ha salido mal (y seguido):

  • Automatizar sin haber mapeado el proceso completo.

  • Confiar ciegamente en lo que dice el algoritmo.

  • No tener claro quién es responsable de qué.

¿El mayor aprendizaje?

Automatizar no es solo poner un bot: es integrar al agente dentro de una arquitectura de negocio sólida, con validación humana y controles constantes.


Volvamos al punto central

Los agentes inteligentes no son magia. Pero tampoco son humo.

Son herramientas útiles, siempre que se usen con intención, diseño y supervisión.

En vez de pensar “¿qué puedo automatizar con un bot?”, vale más preguntarse:
“¿Qué capacidad de negocio necesito fortalecer y cómo puede ayudarme un agente a lograrlo?”


🤝 Abramos la conversación

Desde PPOL Research no buscamos tener todas las respuestas, pero sí queremos abrir la conversación.

  • ¿En qué procesos viste que un agente realmente aportó valor?

  • ¿Dónde sentiste que se sobrevendió la promesa y no se cumplió?

Comparte tu experiencia. Lo bueno, lo malo y lo que aprendiste.
Porque solo entendiendo entre todas y todos cómo se cruzan la tecnología, la cultura y el liderazgo, vamos a construir automatizaciones que realmente sumen.

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